martes, 8 de julio de 2008

Inmigrante

Le faltaba el aliento cuando llegó a las orillas del olvido.
-¡No he podido dejarlos atrás!¿Qué hago?
-¡Echalos, echalos a la hoguera!- vociferó la multitud que ya marchaba .
Las llamas vitorearon hacia arriba: ardían por los besos, por los caminos andados, por las calles cantadas, por las sábanas enredadas,por el sabor en la caricia, por las risas arrancadas a la pena, por los te quiero, inevitables;por tanta historia, parecida.

Claudia

1 comentario:

graffitti dijo...

aveces no basta con silencio y tiempo.
no hay nada para calmar las entrañas y si lo hay no hay entrañas .