martes, 15 de julio de 2008

inmigrante

No debe haber mayor estado de soledad que estar de pie en el patíbulo lejos de la tierra natal. Su último deseo fue que le trajeran hojas de hinojos: las quebró, las olió y escuchó el grito de su madre para que dejara de jugar en el enorme patio de su casa.
Debe haber otras formas de regresar del destierro.

Carlos Chess

3 comentarios:

clau dijo...

Alguien dijo alguna vez que los dos momentos fundamentales en la vida de los hombres son la infancia y la muerte ("junto pañales y mortaja", Quevedo).A mi me parece que en tu cuento es como si elhombre es expulsado de la niñez y arrojado a la vida en donde siguió jugando juegos peligrosos,tratando de escapar de la vista de la madre.Pero eran solamente esos ojos los que lo resguardaban,le daban la patria y lo amparaban de la soledad.

Anónimo dijo...

muy fuerte , al leerlo no podes dejar de sacudirte.ANAHI

Anónimo dijo...

Fuerte. Me gustó mucho. Hay un recurso de imagenes olfativas y regresiones impecables.Jugar con la muerte y el recuerdo de la infancia suena a muy real . No me costó nada ubicarme en la situación y me golpeó.Enfrentas a la muerte y a la soledad a la vez que respetas su imponencia.Recurris a tu madre señal de vida.Decis mucho en pocas líneas . Margarita