lunes, 21 de julio de 2008

Caminar

Cerraste el bolso y los oídos al insulto. No te fijaste, ni siquiera te importó que también tuvieras las suelas rotas o las medias con el elástico vencido, tan molestas.
Te alisaste el pelo, te lavaste la cara, azotaste las llaves que te habían empezado a arder.
No miraste para atrás, no quisiste o no pudiste. Tal vez hayan sido las estatuas de sal que han bordeado los caminos, hace tiempo.

Claudia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy ontundente , la cita biblica me parece oportuna y nos hace recapicitar sobre los "mandatos"

Anónimo dijo...

muy contundente , la cita biblica me parece oportuna y nos hace recapicitar sobre los "mandatos", y todo lo que cuesta terminar historias que nos hacen daño.