Cerraste el bolso y los oídos al insulto. No te fijaste, ni siquiera te importó que también tuvieras las suelas rotas o las medias con el elástico vencido, tan molestas.
Te alisaste el pelo, te lavaste la cara, azotaste las llaves que te habían empezado a arder.
No miraste para atrás, no quisiste o no pudiste. Tal vez hayan sido las estatuas de sal que han bordeado los caminos, hace tiempo.
Claudia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
muy ontundente , la cita biblica me parece oportuna y nos hace recapicitar sobre los "mandatos"
muy contundente , la cita biblica me parece oportuna y nos hace recapicitar sobre los "mandatos", y todo lo que cuesta terminar historias que nos hacen daño.
Publicar un comentario